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La gingivitis y la periodontitis son dos aspectos de una misma patología, la llamada enfermedad periodontal, que afecta al periodonto.

La primera es una inflamación reversible, mientras que la segunda no lo es… salvo que se detecte pronto y sea posible intervenir en la fase inicial de su desarrollo.

De todas formas, sea cual sea el aspecto clínico de la enfermedad periodontal, conviene recordar que en su origen casi siempre encontraremos una predisposición genética.

Hablaremos de todo esto y mucho más en este artículo elaborado por la Clínica Dental Elena Bocage de Las Arenas.

Pero antes de continuar, lo lógico es responder primero a la pregunta: ¿Qué es el periodonto?

¿Qué es el periodonto?

El periodonto es el conjunto de tejidos que rodean y soportan los dientes, manteniéndolos firmemente adheridos a los huesos de la mandíbula y el maxilar. Desempeña, por lo tanto, un papel crucial en la salud dental, ya que su integridad es esencial para mantener los dientes en su lugar y asegurar su funcionalidad.

Los componentes principales del periodonto son:

Encía: El tejido blando que rodea los dientes y cubre los huesos alveolares. La encía protege los tejidos subyacentes y ayuda a mantener la estabilidad de los dientes.

Ligamento periodontal: Un grupo de fibras conectivas que conectan el diente al hueso alveolar. Este ligamento actúa como un amortiguador durante la masticación, ayudando a soportar y distribuir las fuerzas generadas.

Cemento radicular: Una capa delgada de tejido calcificado que cubre la raíz del diente y sirve como punto de anclaje para las fibras del ligamento periodontal.

Hueso alveolar: El hueso que rodea las raíces de los dientes y sostiene los alvéolos dentales, las cavidades donde se insertan las raíces de los dientes.

Ahora que ya sabemos dónde afectan la gingivitis y la periodontitis, veamos qué es exactamente cada una de ellas.

¿Qué son la gingivitis y la periodontitis?

La gingivitis es una inflamación transitoria de los tejidos de las encías, que puede evolucionar a periodontitis si no se trata bien.

Se manifiesta con dolor generalizado que afecta a todos los dientes, mal aliento, hipersensibilidad, enrojecimiento fuerte, hinchazón y sangrado de las encías.

Por otro lado, la periodontitis (palabra que proviene de “periodoncio”, que significa “rodear-peri el diente “odonto”), es una enfermedad inflamatoria crónica grave de las encías causada por microorganismos bacterianos que puede provocar la destrucción del aparato de soporte de los dientes y, en consecuencia, llevar a la pérdida de piezas dentales.

La periodontitis causa daño permanente a los tejidos (o “ligamentos periodontales”) alrededor de los dientes y al hueso de soporte. Por eso, cuando la periodontitis es grave, los dientes comienzan a aflojarse y finalmente se pueden llegar a caer.

Por eso el paciente con periodontitis puede experimentar problemas estéticos, funcionales (masticación inadecuada) y de fonación (dificultad para hablar).

La buena noticia es que, si se detecta a tiempo y se trata, se puede detener el proceso provocado por la periodontitis y recuperar la salud de las encías.

Resumiendo…  ¿Cuál es la diferencia entre gingivitis y periodontitis?

La gingivitis es una inflamación que se limita a la línea de las encías, mientras que en la periodontitis hay pérdida del hueso de la mandíbula, del ligamento periodontal y del cemento radicular.

Como en la gingivitis todavía no hay pérdida de las estructuras que sujetan los dientes en su lugar, una buena higiene bucal en casa puede detener la enfermedad y restaurar la salud de las encías.

Sin embargo, en el caso de la periodontitis, una vez que la inflamación ha provocado la pérdida ósea, el daño difícilmente puede revertirse.

¿Cuáles son sus síntomas? 

Como ya se ha indicado, la periodontitis siempre comienza siendo una “simple” gingivitis.

Y uno de los primeros signos de esta es el sangrado de las encías al lavarnos los dientes. También es habitual que las encías se vean rojas e hinchadas y que se note una pequeña capa de placa bacteriana en los dientes.

Si esta última no se elimina mediante una adecuada limpieza, se «mineraliza», transformándose en depósitos duros conocidos como sarro, que ya no se pueden eliminar con un simple cepillo de dientes.

Y si una vez detectados los síntomas no se toman medidas, la gingivitis puede convertirse en periodontitis, lo que conlleva que los síntomas empeoran y se manifiestan así:

  • Aumento del sangrado de las encías (en los fumadores este síntoma puede ser menos notorio debido al efecto de la nicotina en los vasos sanguíneos).
  • Mal aliento.
  • Cambios en la posición de los dientes.
  • Los dientes parecen “más largos” (encías retraídas).
  • Dolor intenso en dientes/encías.

Aun así, conviene matizar que al no ser profesionales, muchas veces nosotros mismos no somos capaces de notar la presencia de periodontitis hasta los 40 o 50 años, momento en el que se manifiestan los daños de forma visible. Sin embargo, un dentista sí que puede detectar signos de la enfermedad mucho antes.

¿Se puede evitar la periodontitis?

La inflamación de las encías se puede prevenir adoptando buenos hábitos de higiene bucal y realizándose revisiones regulares: lo aconsejable es una vez al año.

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